Los Duendes son seres interdimesionales y atemporales: Esto quiere decir que pueden ir y venir de una dimensión a la otra, o sea de una realidad a la otra (¿recuerdas la realidad paralela?).
No pertenecen a ningún tiempo en particular. Los encuentras en historias muy antiguas y en otras más recientes.
No necesitan relojes, viven en nuestros cuentos preferidos y comparten nuestros sueños. Cuentan que están ligados a los elementos que forman parte del lado desconocido de la Naturaleza.
Ellos la protegen y se disfrazan de su esencia para cuidarla sin ser vistos.
Los Duendes son invisibles a los ojos humanos, con algunas excepciones.
Por ejemplo, los tardos son unos gienecillos visibles únicamente para los gatos y perros, aunque si ellos lo desean pueden materializarse y otras sólo en parte. Esto dió lugar a una teoría de que los Duendes tendrían la facultad de cambiar de aspecto y ser confundido con otros objetos, animales, etc
Muchos Duendes pueden cambiar de forma y tamaño. Suelen adoptar tanto un aspecto grotesco y hasta tomar forma de animal. A la mayoría de los Duendes les gusta transformarse en pájaro, y sienten especial predilección por el petirrojo. Para quienes no lo conocen, su plumaje es verdoso, con la cabeza, el cuello y el pecho de color rojo vivo. Estos tonos son, precisamente, dos de los colores preferidos de los duendes
Todos los Duendes tienen temperamento juguetón. Les encanta sorprender y asombrar a los humanos con sus trucos, invenciones y juegos. Pero se dice que son caprichosos, codiciosos, y tienen tendencia a la melancolía. Es decir que juegan y juegan, pero al final terminan por ponerse un poco triste.
Parece ser que no importa como los llamemos, estas coincidencias, según Paracelso, existen en todos los Duendes, solo basta prestarles atención